La plena vigencia de la democracia es la garantía para aspirar a una sociedad inclusiva y la vía por donde transitar para transformar en realidad la utopía del bien común. Hay que evitar caer en la celada de los políticos que le asignan valor a los ciudadanos sólo en momentos electorales. Luego son apoltronados en el ostracismo y el olvido. La frivolidad, claramente presente en la arena política, marchita la democracia. La hibris, traducida como exageración y desmesura, puebla la geografía del poder. El narcotráfico es un subproducto nefasto de la corrupción. De allí la necesidad de prestarle atención al riesgo de la narcopolítica. El juego es otro eslabón que alimenta prácticas corruptas. A la política le estaría faltando una prosa creíble para la sociedad. La sociedad civil no debe permanecer como espectadora. Intentar una metamorfosis sin el concurso cívico resultaría inútil y estéril
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