El diseño y la construcción de la Cubierta para el velódromo de Dos Hermanas constituyó un reto de primera magnitud por varias razones: grandes dimensiones; no tocar, ni siquiera simbólicamente el edificio existente y hacer una obra sencilla que no pretendiera asombrar por su espectacularidad. Se buscaba hacer un edificio modesto a pesar de su dimensión. De hecho es un edificio que sobrecoge por su espacialidad interior más que por su apariencia externa.